En una salida de campo en el año 2008 a la vereda El Toche del municipio de Salento y a una altura de 3000 metros sobre el nivel del mar, en un sitio especialmente boscoso rodeado de árboles de talla mediana, nos detuvimos a observar la presencia y comportamiento del ave conocida como la “Mirla Patiamarilla” y a escuchar su armonioso y cautivante trinar, quizás como presagio de algo especial. Ausculté detenidamente el lugar donde aquella ave se daba toda por agradarnos, apoyada en mis sentidos y con la ayuda de unos binóculos observé a la distancia unas pequeñas plantas de color amarillo, asociadas como familia; eran varias muestras del Telipogon.

 

Controlando mi emoción tomé varias fotografías y pensé en una nueva especie de orquídea. Escogí la mejor como quien selecciona una piedra preciosa. Procedí a guardarla en una caja forrada con hojas del lugar para su protección. Mientras el tiempo transcurría mi expectativa por llegar a mi casa era cada vez mayor, para consultar y confrontar en mi biblioteca este inesperado y maravilloso hallazgo.

 

Qué emocionante aquel momento al confirmar que en el registro de orquídeas colombianas no figuraba ésta especie. Tampoco se hallaba inventariada en ningún otro país. Pero quería soportar mi certeza con la opinión de expertos conocedores del tema. Entonces consulte al presbítero jesuita Pedro Ortiz Valdivieso, experimentado orquideólogo quien de manera espontánea me manifestó: “Ha descubierto usted una nueva especie para Colombia y voy a realizar las investigaciones a lugar que permitan su reconocimiento definitivo”.

 

Mi anhelo por conocer los resultados y los días que pasaban se mezclaban entre la felicidad y la angustia. Hasta que un día inolvidable me llamo el Pbro. Ortiz y me dijo: “Ha descubierto usted una especie nueva para la ciencia, la llamaremos Telipogon esperanzae y es patrimonio del Departamento del Quindío”.

 

Esperanza Mejía de Moreno